lunes, 5 de diciembre de 2011

Todo lo que pudo ser y no fue

Las medias tintas nunca dan buenos resultados

Gus Van Sant es ese director que se mueve entre el cine independiente y el comercial. Puede hacer películas como Gerry o Elephant, que se llevó la Palma de Oro en Cannes, y otras como Finding Forrester o Milk, con la que obtuvo dos premios Oscar. Con Restless encuentra un punto intermedio. La película presenta un planteamiento que puede parecer poco convencional: dos jóvenes se conocen en un funeral. Él está ahí porque le gusta ir a entierros de desconocidos y a ella le gusta pasearse por cementerios y dibujar. Pero, atención, Ron Howard es uno de los productores (¿hace falta decir algo más?).

El film no es sólo un popurrí de estilos. También encontramos un pastiche formado por muchos de los clichés de historias de amor adolescentes. Desde la primera vez hasta interrogatorios al novio por parte de los padres pasando por enfermedades terminales (esto recuerda a A walk to remember, ¿no?). Esa falsa originalidad que muestra el trailer o incluso la sinopsis se queda en algo muy convencional. Y es que Gus Van Sant no se atreve a arriesgar. A los fans de obras como Elephant nos habrá defraudado con este nuevo proyecto.

Lo mejor, y probablemente lo más fuera de lo normal, es Hiroshi (Ryo Kase). El amigo invisible de Enoch (Henry Hopper) que resulta ser un kamikaze japonés que murió en la Segunda Guerra Mundial. Este personaje da vida a la historia y hace que tenga cierta gracia. Es curioso ver a los dos personajes jugando juntos a Hundir la flota y como Hiroshi nunca pierde, ironías de la vida.
Eso sí, al final la cursilería que marca la película acaba destrozando el personaje. Cuando Annabel (Mia Wasikowska) muere puede ver a Hiroshi que se encarga de acompañarla al “cielo” o adonde sea que vaya a ir. Y es que el principal peligro que corría Van Sant al rodar esta película era el de caer en la cursilería y, lamentablemente, cayó.

Pero tranquilos, no todo tiene que ser malo. Hay algunos aspectos que funcionan realmente bien en la película y también merecen ser mencionados. Dejando de lado el ya comentado personaje de Hiroshi, hay que destacar la música, que está muy bien escogida y utilizada. Quizá sobra en la que me parece la mejor escena de la película: cuando Enoch lleva a Annabel a la tumba de sus padres, se los presenta y mantienen una conversación los cuatro. Es una escena que tiene muchísima fuerza pero que podría haber tenido aún más impacto si no se hubiera hecho uso de la música. Y por último remarcar el gran trabajo realizado por los dos actores principales, Mia y Henry. Han sabido crear una química entre ellos que el público es capaz de captar en sus interpretaciones y eso es algo que se agradece mucho.

Miedo me da lo nuevo que está preparando Gus Van Sant sabiendo que estará protagonizado por Taylor Lautner, conocido mundialmente por enseñar su torso en películas como Twilight. Esperemos que sea un giro para la carrera de Taylor y no para la de Van Sant.