lunes, 6 de febrero de 2012

Soy un cyborg, la locura más cuerda

Joint Security Area (2000) fue la película que lanzó a la fama al realizador Park Chan-Wook. Después, con su “trilogía de la venganza”, formada por Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Oldboy (2003) –que le mereció el gran premio del jurado en el Festival de Cannes en 2004– y Simpathy for Lady Vengeance (2005), se consolidó como uno de los grandes directores coreanos del panorama actual.

Soy un cyborg (2006) nos cuenta la historia de Young-goon, una joven que es internada en un centro psiquiátrico porque se cree un cyborg. Una vez dentro de la institución se relaciona con varios pacientes, cada uno de los cuales tiene un grado y un tipo de demencia distinta, entre ellos Il-sun, quien piensa que puede robar la personalidad de la gente. Al creerse una máquina se alimenta a basa de chupar pilas e incluso mediante el electroshock. Esto hace que se vaya quedando anoréxica y tenga alucinaciones.
Esta película supone, a primera vista, un cambio radical de registro para el director. Es cierto que deja atrás el estilo más negro y, por así decirlo, sádico pero la temática de la venganza sigue estando presente. Uno de los objetivos de la chica es vengarse de los médicos que la han encerrado, igual que hicieron con su abuela. Y cuando alucina con esa venganza lo hace del modo al que nos tiene acostumbrados Chan-wook.

El film nos transporta a un mundo de fantasía muy distinto al que hemos visto en películas francesas del tipo Amelie o Delicatessen, que producen hiperglucemia en los espectadores. En este caso se trata de una fantasía minimalista que nos muestra sucesos extremadamente trágicos de una forma simpática.
Park Chan-wook nos vuelve a demostrar que posee un gran dominio del tiempo y lo plasma a la perfección en el montaje. Asimismo la fotografía tampoco defrauda. La composición de los planos está prevista al milímetro. El director nos deleita con imágenes perfectas donde no sobra ni falta nada. Y es que su sello está indudablemente impreso en esta película por mucho que cambie de género.
La película ha sido interpretada de distintas formas. Como una crítica a la sociedad actual que vive mecanizada, como la búsqueda de identidad de la juventud, como una historia de amor “diferente” o como una ida de olla. Yo sinceramente me quedo con esta última, no sólo porque creo que es la más acertada, sino porque pienso que es admirable que un director haya adquirido la independencia necesaria para llevar a cabo semejante locura, sin explicaciones, sin más, y que encima no defraude a sus seguidores (ni a los que no lo son). Ese es el sello más claro de que nos encontramos ante uno de los grandes.

Es del todo remarcable también el trabajo de Lim Soo-jung, protagonista absoluta de la película. Tuvo que seguir una estricta dieta, con la que llegó a quedarse en 39 kg, para remarcar la anorexia de la joven. La actriz sabe plasmar a la perfección el comportamiento aniñado y poco cuerdo del personaje. Nunca antes había visto en pantalla un cyborg tan humano.
Soy un cyborg es una comedia romántica recomendada para aquellos a los que no les gustan las comedias románticas. Fans de Meg Ryan, Katherine Heigl o Cameron Diaz absteneos.